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sábado, 2 de marzo de 2019

El anillo de Giges

Giges era un campesino que, en una de sus andanzas , descubre casualmente una tumba en la que yace un cadáver que lleva un anillo. A Giges le gusta el anillo, lo toma y se lo pone y se da cuenta de que, si lo hacía girar en una dirección, se volvía invisible. Sorprendido por esa capacidad, lo primero que se le ocurre es aprovecharla para cometer actos ilícitos, especialmente para apropiarse de lo que no es suyo, con la tranquilidad que le otorgaba no poder ser descubierto. Esto, dice Glaucón, es lo que haría cualquiera si tuviera un anillo así: sabiéndose invisible, daría rienda suelta a su codicia y tomaría lo que deseara, sin importar si fuese o no suyo. Lo harían tanto el corrupto como el que afirma no serlo, pues lo que nos define es la codicia, y lo único que frena nuestro impulso es no saber cómo ocultarlo ante los demás.

Sócrates se va a oponer a esta tesis y sostener que es posible, además de deseable, mirar las cosas al revés; es decir, imaginar que lo más valioso de la vida es cultivar un bien común, no promover la perfidia ni la envidia recíproca, sino más bien las ventajas o los valores de la convivencia solidaria. Nuestra vida moral, piensa, debería estar destinada a convertirnos en mejores personas. Pero en este emblemático relato se halla sintetizada, por así decir, la interpretación filosófica de la conducta humana corrupta. (Ver más > )