Los espejos del Callejón del Gato devolvían una imagen de «esperpento» y el dramaturgo Valle-Inclán, en su escritura, intentó hacer lo mismo. Por eso llamó al nuevo género «el esperpento».
Luces de bohemia inauguró la serie y, en sus páginas, aparece una imagen deformada, grotesca, ridícula, monstruosa y caricaturesca de la España de principios del siglo XX.
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«Los personajes viven un momento trágico, terrible, pero no son capaces de verlo porque carecen de valores morales. La crítica del autor apunta contra todos –unos y otros– precisamente por esa falta de conciencia ética», escribe su nieto, Joaquín del Valle-Inclán, en la Guía de lectura de la edición de Luces de bohemia de Austral. «La obra no es una propuesta de solución para este estado de cosas. Es más bien un grito de protesta y de denuncia contra una sociedad cuyos valores han desaparecido y que ha convertido el mundo en ‘un esperpento’». (Ver más >)
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«Los personajes viven un momento trágico, terrible, pero no son capaces de verlo porque carecen de valores morales. La crítica del autor apunta contra todos –unos y otros– precisamente por esa falta de conciencia ética», escribe su nieto, Joaquín del Valle-Inclán, en la Guía de lectura de la edición de Luces de bohemia de Austral. «La obra no es una propuesta de solución para este estado de cosas. Es más bien un grito de protesta y de denuncia contra una sociedad cuyos valores han desaparecido y que ha convertido el mundo en ‘un esperpento’». (Ver más >)