Por entre unas matas, seguido de perros, no diré corría, volaba un conejo.
De su madriguera salió un compañero y le dijo:
De su madriguera salió un compañero y le dijo:
«Tente, amigo, ¿qué es esto?»
«¿Qué ha de ser?», responde;
«sin aliento llego...; dos pícaros galgos me vienen siguiendo».
«Sí», replica el otro, «por allí los veo, pero no son galgos».
«¿Pues qué son?»
«¿Qué ha de ser?», responde;
«sin aliento llego...; dos pícaros galgos me vienen siguiendo».
«Sí», replica el otro, «por allí los veo, pero no son galgos».
«¿Pues qué son?»
«Podencos.»
«¿Qué? ¿podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos; bien vistos los tengo.»
«Son podencos, vaya, que no entiendes de eso.»
«Son galgos, te digo.»
«Digo que podencos.»
En esta disputa llegando los perros, pillan descuidados a mis dos conejos.
Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa, llévense este ejemplo.
«¿Qué? ¿podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos; bien vistos los tengo.»
«Son podencos, vaya, que no entiendes de eso.»
«Son galgos, te digo.»
«Digo que podencos.»
En esta disputa llegando los perros, pillan descuidados a mis dos conejos.
Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa, llévense este ejemplo.