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lunes, 14 de diciembre de 2015

¿Y si además de protestar nos da por votar?

Durante los últimos años hubo demasiada gente que perdió demasiadas cosas. Tantas que muchos han perdido hasta el miedo.

Flipé el día que un compañero de BUP, que nunca destacó por su compromiso político, colgó en su muro de Facebook un vídeo de un discurso de Pepe Mujica. Aluciné cuando una vecina de mi madre, que se oponía a cualquier reforma en el bloque de pisos, estaba recogiendo firmas en la puerta del ambulatorio para evitar el cierre de urgencias. Me tuve que pellizcar cuando escuché a un señor, con su traje y su corbata, preguntando al dependiente de la Laie por el último libro de Owen Jones. Me impresionó un colega, con el que me fui de cámping después de aprobar la selectividad, que ahora acampaba en el cole de su hijo protestando contra lo recortes.

Y todo esto lo hemos vivido en una sola legislatura. La última. La semana pasada estuve en Zaragoza. Fui a un instituto -concertado, por cierto- y charlé con algunos alumnos. Un estudiante me preguntó qué pensaba sobre la política económica de Mario Draghi. Me quedé a cuadros. Cuando iba al instituto, la única política económica que me preocupaba era la de mi madre cuando abría el monedero para darme algo. El chaval que me preguntó sobre Draghi es menor de edad y, por tanto, no podrá votar el domingo que viene, pero demostró el mismo interés por la política que he notado durante los últimos años. Un interés extraordinario. Yo, al menos, no lo había visto en mi vida: tantísima gente hablando de política, reivindicando cambios y protestando contra los que mandaban, da igual el color.

Tengo ganas de saber si el domingo que viene se notará en las urnas tanta indignación.

Podríamos fiarnos de las encuestas, pero creo que hoy ser encuestador es un deporte de riesgo. No sé si se notará el cabreo, o si también habrá sido una moda pasajera, como las pulseras de gomas de los chinos. No sé si se notará el rechazo que ha provocado la corrupción, ahora que incluso exportamos el chanchullo gracias a nuestros ilustrísimos embajadores. Deben ser cosas de la Marca España.

A lo largo de esta legislatura ha habido de todo: mareas, caceroladas, acampadas, marchas de la dignidad... Y una élite política, económica y mediática volcada en intentar que no se les descontrolara el rebaño, mucho más revoltoso de lo habitual. Se estudiará en las facultades de periodismo el espectáculo que algunos grandes medios de este país nos han ofrecido el último año.

Si por algunos fuese, el domingo vendrían a vigilar qué papeleta metemos en el sobre. Piensen que en muchos casos será más digna que la papeleta que hicieron algunos de ellos con otros sobres. Hasta hace pocas semanas se percibía entre el poder la sensación de haberlo logrado: creyeron tenerlo otra vez todo bajo control. Igual es así. Medios les sobran. Pero se olvidan de una cosa: durante los últimos años hubo demasiada gente que perdió demasiadas cosas. Tantas que muchos han perdido hasta el miedo que tanto les inculcan.