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miércoles, 13 de diciembre de 2017

¿CÓMO EXPLICAR LO INEXPLICABLE?

Javier Cuesta alcalde de Paracuellos
Una de las mayores dificultades con las que una persona se puede encontrar es intentar convencer a los demás de determinadas cuestiones que ni uno mismo logra comprender.

Este es el caso del célebre superávit municipal y su imposibilidad de gasto por culpa de una ley arbitraria para quien ha actuado correctamente. Y es que ningún alcalde ni vecino puede encontrar una razón convincente para aclarar esta situación, porque está muy bien tener un remanente considerable en las arcas municipales, las cuentas saneadas, carecer de deuda viva y gozar de una situación económicamente privilegiada, si nos comparamos con otros Ayuntamientos de España, pero:

¿Cómo explicar a los vecinos que teniendo un superávit de 16 millones de euros, el Ayuntamiento no pueda aumentar el personal municipal y tenga una plantilla similar a la de hace una década, cuando la población prácticamente se ha multiplicado por tres y, a veces, no se ofrece el servicio indispensable para cubrir las necesidades municipales?

¿Cómo explicar que debemos tener inmovilizados millones de euros y no podemos dotar a Paracuellos de las infraestructuras necesarias para tener el municipio que nos merecemos, impidiendo el crecimiento de bienestar que nos corresponde?

¿Cómo explicar que debemos acatar una norma injusta, como es la ley orgánica de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera, que no deja contratar más personal, castiga a quien ha cumplido con su obligación y mete en el mismo saco a los que han gastado más de lo que deberían, entrando en deuda, con los que han hecho sus deberes?
Javier Cuesta alcalde de Paracuellos

¿Cómo explicar lo que uno mismo no logra entender y, sin embargo, sí puede llegar a comprender la indignación de los ciudadanos cuando comprueban que los trámites burocráticos avanzan a 30 Km/h cuando deberían hacerlo a 120?

Nuestra obligación es buscar todos los recovecos legales para poder disfrutar de lo que es nuestro, aunque haya grupos que compiten para ver quién capitaliza mejor ese malestar y se aprovechan para explotar el negocio de que todo va mal, en lugar de intentar mitigar esa desazón o hacerla desaparecer, sobre todo cuando saben a ciencia cierta que la mayoría de esas actuaciones corresponden más a demandas sociales que a simples caprichos del equipo de gobierno.

Esperemos que el año que viene todo el mundo entre en razón y que los Reyes Magos o Santa Claus nos regalen la derogación de esta ley tan incoherente y excesivamente rigurosa, para que nuestro superávit por fin pueda repercutir directamente en los vecinos, que son los legítimos dueños y señores de este dinero conseguido con el pago de sus impuestos. Entonces sí podremos tener un FELIZ 2018.
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