Caos es la palabra que resume el final de curso en la educación secundaria de Madrid. Y es que cuando la incompetencia se hizo carne, habitó en la Consejería de Educación. Es una estrategia deliberada de deterioro de la educación pública por tierra, mar y aire. A los brutales recortes que han hecho retroceder 30 años la inversión, a la nefasta LOMCE impuesta aprovechando una efímera mayoría parlamentaria, se suma la ineptitud en el día a día de la gestión educativa del Partido Popular.
Un ejemplo clamoroso de esto último es el nuevo calendario escolar del curso 2017-2018 que adelanta los exámenes de septiembre de ESO y Bachillerato a finales de junio. Lo ha implantado la Consejería sin debate ni acuerdo con la comunidad educativa y sin ninguna planificación. Solo lo llevó al Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid, una instancia controlada por el PP, totalmente alejada de la realidad de los centros y sin ninguna capacidad de crítica. Pero parece que da igual que sea un desastre, así mientras se habla de ello se desvía la atención de los recortes que padece la educación pública y del incumplimientos de los acuerdos firmados con los sindicatos para paliarlos.
En educación, siempre hay que priorizar lo que pueda beneficiar al alumnado. Pero no parece ser el caso, si nos atenemos a las consecuencias negativas que se han observado. (Ver más >)
Un ejemplo clamoroso de esto último es el nuevo calendario escolar del curso 2017-2018 que adelanta los exámenes de septiembre de ESO y Bachillerato a finales de junio. Lo ha implantado la Consejería sin debate ni acuerdo con la comunidad educativa y sin ninguna planificación. Solo lo llevó al Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid, una instancia controlada por el PP, totalmente alejada de la realidad de los centros y sin ninguna capacidad de crítica. Pero parece que da igual que sea un desastre, así mientras se habla de ello se desvía la atención de los recortes que padece la educación pública y del incumplimientos de los acuerdos firmados con los sindicatos para paliarlos.
En educación, siempre hay que priorizar lo que pueda beneficiar al alumnado. Pero no parece ser el caso, si nos atenemos a las consecuencias negativas que se han observado. (Ver más >)