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miércoles, 21 de abril de 2021

Las colas del hambre

 
Después de la muerte y la enfermedad, la realidad más dura que deja esta crisis son las colas del hambre. La sola expresión "colas del hambre" pone los pelos de punta. Aquí, en España, en la España de los 23.700 euros de renta per cápita, hay mucha gente que tiene que ponerse a una cola para recibir alimentos básicos. Una realidad especialmente dura en las grandes ciudades, donde no hay escapatoria, o se tiene el dinero para comprar la comida, o no se tiene. Una realidad especialmente dura, por tanto, en Madrid. Una realidad que apela a todas las administraciones, a todas, de todos los niveles. Ayuntamiento, comunidad y Gobierno central. El Banco de Alimentos, Cáritas, las Asociaciones vecinales nos cuentan a los periodistas cómo han tenido que multiplicarse en este último año para atender una cola que sigue creciendo.

Se puede discrepar sobre las causas, se pueden discutir las estrategias para combatirlas, se puede casi todo, menos despreciar a esas personas que se ponen a una cola para conseguir alimentos básicos.

Mantenidos. Hoy Ayuso ha querido arreglarlo, diciendo que ella no ha provocado esas colas del hambre. Como si esa fuera la cuestión. La cuestión es que ella es la propietaria única de las palabras que acabamos de escuchar, mantenidos, quienes se ponen a una cola pública, para que les den comida, mantenidos.

Mantenidos y unos tristes, podría añadir la señora Ayuso, porque cuando cogen la bolsa en la cola del hambre se van a casa en lugar de ir a tomarse una cañita con sus amigos y su familia.
Las campañas las carga el diablo, muchas horas, mucho micrófono, mucho cansancio y a veces, por debajo del marketing, sale el pensamiento profundo. Los pobres, esos mantenidos que ni emprenden ni toman cañas. (+)