La dignidad funciona al margen del mercado. Ni se compra ni se vende. Tampoco cotiza. Se tiene o no se tiene. Mariano Turégano, 82 años, gorra calada y voz temblorosa, va sobrado de ella. Su alocución en el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, localidad situada al norte de la Comunidad de Madrid, es la de un hombre que pide respeto, no solo a sí mismo, a todos los suyos.
Y es que con la dignidad no se juega. En cuanto uno comienza a dar pequeñas concesiones, es el fin, está acabado. Esto lo sabe bien Turégano, es probable que lo haya sabido toda su vida, quizá no tanto los gestores de nuestros recursos públicos, de lo contrario no dejarían sin medios y en condiciones lastimosas a las residencias de mayores de la región.
"Hemos trabajado mucho, ustedes lo deberían saber por qué hoy disfrutan de privilegios que nosotros peleamos, no para nosotros, sino para ustedes. Eso no se consigue mirando para otro lado. Es insólito que hoy estemos aquí pidiendo vivir con dignidad", denuncia emocionado.
Por último, Mariano ha zanjado su intervención con una frase que rezuma solidaridad y sentido de cívico: "El tiempo es lo único que tenemos y pasa para todos. Esto es por nosotros, pero también por ustedes". En efecto, las luchas de hoy son, también, las luchas del mañana. (+)