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miércoles, 14 de febrero de 2024

"Cuando los envolvemos les doy un beso para despedirme": la escultora de los Premios Goya explica cómo se fabrican en Paracuellos los cabezones más famosos de España

Este sábado se celebró en Valladolid la 38ª edición de los Premios Goya. Entre los muchos protagonistas que hubo sobre el escenario, uno - el más nombrado durante la noche - destaca por encima del resto: el Goya. Un busto de unos 60 centímetros de alto que en 1902 creó el escultor malagueño Mariano Benlliure. En 2019, esta obra llegó a un taller, a Codina Escultura, para que dos hermanos, Miguel Ángel y Marisa, repliquen en Paracuellos de Jarama (Madrid) el busto que en su día creó Benlliure y que hoy será el premio para las mejores películas españolas y para los que han formado parte de ellas.

En hacer todas las estatuillas se tarda meses. Primero, rellenan con cera un molde de silicona con el busto de Goya. Después, esa cera se cubre de una pasta refractaria y se mete en el horno para fundir la cera. Una vez realizado este proceso, el hueco que queda se rellena con bronce y cuando se enfría se rompe, se cincela y se repasa, "para dejarlo muy bonito", explica Marisa Codina.

Cada Premio Goya pesa menos 3 kilos, es el acuerdo al que han llegado con la Academia para que no pesen ni más "pero tampoco mucho menos porque no se podría hacer". En total hacen 35 cabezones: "No son 35 premios, pero hay algunos como el de sonido, maquillaje y peluquería, en los que se hace más de uno".

Ella, reconoce que pese a que tienen las estatuillas rondando su taller durante un buen tiempo, no pueden guardarse ninguna en casa. "Los Goyas hay que ganárselos. Está totalmente prohibido vender un Goya o regalárselo a tu primo o tenerlo tu en casa. No se puede", comenta entre risas Marisa. El único cabezón del que saben su destino antes de la gala es el de Honor. Por eso, cuando se despide de ellos cada año, les da un beso para despedirse antes de que el Goya vuelva a recibir cariño desde el escenario. (+)