Cada año, por estas fechas, se llamaba a los jóvenes en edad militar a través de un edicto de la alcaldía en el que se estipulaba que todos los alistados deberán asistir a ser medidos y reconocidos y a exponer lo que tengan por conveniente aquellos que crean deben ser exceptuados o exentos.
El Ayuntamiento se convertía por un día en el lugar donde se citaban los jóvenes para tallarse (peso, altura, fecha de nacimiento...) y a su vez se aportaban alegaciones de enfermedades. Como en todos los pueblos de España, los jóvenes del municipio celebraban por todo lo alto su entrada en la edad adulta con este simbólico acto de revisión médica militar.
Una vez acabado el proceso, los quintos salían con la rondalla a pedir huevos y dinero por las casas con el fin de celebrar un gran banquete por la noche al que solían asistir todos los familiares. Las madres de los quintos también colaboraban cocinando para ese día. Una vez concluida la cena, salían junto con la rondalla a cantar por las ventanas o en los balcones a las mozas que eran pretendidas por los jóvenes. Si sobraba comida o alimentos se repartía entre los quintos, al igual que el dinero recaudado y con él, se iban de fiesta a Madrid.
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El Ayuntamiento se convertía por un día en el lugar donde se citaban los jóvenes para tallarse (peso, altura, fecha de nacimiento...) y a su vez se aportaban alegaciones de enfermedades. Como en todos los pueblos de España, los jóvenes del municipio celebraban por todo lo alto su entrada en la edad adulta con este simbólico acto de revisión médica militar.
Una vez acabado el proceso, los quintos salían con la rondalla a pedir huevos y dinero por las casas con el fin de celebrar un gran banquete por la noche al que solían asistir todos los familiares. Las madres de los quintos también colaboraban cocinando para ese día. Una vez concluida la cena, salían junto con la rondalla a cantar por las ventanas o en los balcones a las mozas que eran pretendidas por los jóvenes. Si sobraba comida o alimentos se repartía entre los quintos, al igual que el dinero recaudado y con él, se iban de fiesta a Madrid.
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El 30 de abril por la noche, se ponía el mayo (que era el tronco de un árbol, alto y sin ramas), cogido normalmente en las tierras de Federico Pi y con su consentimiento. Era sin duda un símbolo fálico que hace alarde a la fuerza viril de los mozos, por ello en ocasiones se quebraba el mayo tirando de las cuerdas que lo sujetaban, o se celebraba a la vez una becerrada, como en la fotografía que acompañamos a esta entrada, donde se puede observar el mayo en la parte derecha de la fotografía.. Era transportado por los quintos hasta la plaza del pueblo, se clavaba más menos donde está ahora la fuente, después de haberle untado grasa para dificultar la ascensión. En el extremo más alto se ponían por entonces naranjas o cosas así para aquel o aquellos valientes que lograran cogerlos. Los tres o cuatro últimos mayos se ponían detrás de la Iglesia, en el antiguo juego de pelota. La última quinta que lo colocó fue la de los nacidos en 1971, en el año 1990. Hoy no queda rastro de esta festividad en nuestro municipio. (Ver más >)