Sueles hacerlo. Aprietas el paso cuando intuyes un vecino a tu espalda y el ascensor de frente. Subes rápido y presionas espasmódico el número de tu piso. Corre. Cierra. Ni siquiera sabes a quién dejaste en el vestíbulo. Qué más da. Ese regate no te lo quita nadie.
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Ocurre en los bloques modernos que cada cual va a lo suyo y contra el resto, no de forma premeditada, sino a consecuencia de un individualismo agresivo cercano a la misantropía. La comunidad de vecinos como espejo de una sociedad hermética. Como síntoma.
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«Necesitamos crear espacios de encuentro alternativos a las juntas de
propietario. Una exigencia que ha salido de los talleres de La Escalera
con organizaciones sociales e instituciones públicas ha sido la de
favorecer que la vida en las comunidades de vecinas sea un poco más de
convivencia y un poco menos de presupuestos. Dejar atrás los episodios
de Aquí no hay quien viva y construir espacios de apoyo mutuo.
¿Por qué tiene que haber un presidente de comunidad en lugar de un
comité de vecinos? A estas alturas hay muchos más inquilinos que
propietarios: la comunidad debería ser para ellos». (Ver más >)