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martes, 12 de diciembre de 2023

Los niños han dejado de usar y disfrutar de las calles, por qué esto es un error

Aproximadamente, 1.000 millones de menores de edad viven en ciudades, según datos de Unicef. Entornos que, pese a las posibilidades de desarrollo y protección que podrían ofrecer a la población infantil, no cumplen con las expectativas puestas en ellas. Así lo traslada el pensador y psicopedagogo Francesco Tonucci cuando asegura que las ciudades están pensadas y proyectadas tomando a los adultos como referencia, quien propone que los menores puedan salir solos a la calle en entornos seguros, porque si esto es así, serán también lugares más seguros para los adultos.


Ante la desconexión existente entre las ciudades y la infancia, son muchos los que consideran necesario lograr de nuevo su unión, desconocedores de en qué momento se perdió el vínculo entre ambos. “Durante mucho tiempo este colectivo [la población infantil] ha permanecido invisible para diversas disciplinas y agentes”, asegura Ana Novella Cámara, coordinadora del Proyecto Europeo IMCITIZEN, un programa que fomenta la identidad de ciudadanía democrática de los niños como miembros activos y comprometidos.
 
Cuando la infancia vive integrada en el barrio:

Aumenta su sentido de pertenencia y construcción de identidad cultural arraigados en un entorno.

Posee un amplio horizonte de oportunidades y experiencias diversas que amplían su autonomía y libertad.

Desarrolla competencias ciudadanas de alta intensidad que le conectan con otros y lidera iniciativas comunitarias.

Amplía su círculo social, tejiendo un grupo de amigos y conocidos más amplio con el que poder relacionarse en diversas acciones o actividades.

Posee una buena autoestima al tener un grupo amplio que le permite hacer cosas juntos por su comunidad.

Fomenta hábitos saludables, porque se mueve constantemente por el territorio. 
 
Disminuye la sensación de soledad y, por ello, puede reducir también los problemas de salud mental.

Otro de los factores que ayudan a que los niños y niñas “experimenten” con su ciudad es el juego. “El componente lúdico debe cobrar protagonismo. La urbe debe ofrecer al niño diversidad funcional y arquitectónica para que pueda construir, al igual que en el hogar familiar, sentimientos de pertenencia”. (+)