España
es el país de Europa que más selfies se hace, con una media de 728
autorretratos por año, por delante de Italia (718), Alemania (588),
Francia (562), o Reino Unido (468).
Los líderes políticos son hoy los narcisistas por antonomasia de nuestra era. Ellos no suelen hacerse selfies, no lo necesitan, tienen a los fotógrafos y a los cámaras de todos los medios encargados de masajear su egocéntrico protagonismo. Hay políticos que no se meten a liderar un partido para mejorar la sociedad o devolverle a esta lo mucho que ella le ha dado, como pedía Kennedy. Se meten en política para satisfacer sus egos y sentir como crece su incondicional amor propio en los ojos de los demás.
Los problemas que vive la actual política municipal se deben al narcisismo recalcitrante de sus líderes. Ellos controlan sus partidos cual 'narcisos' florecientes que sólo se preocupan de su tallo, sin compartir el poder ni la gloria. La falta de entendimiento entre ellos refleja la incapacidad que tienen de salir de su ego, de su visión endogámica; y su gran carencia de empatía poco a poco les encierra en una especie de onanismo misántropo que solo les permite escucharse y quererse a sí mismos.
Los ciudadanos vivimos en una burbuja de falsas realidades, pero son estos políticos los que alimentan con su incapacidad y narcisismo este tiempo tan estéril como irrelevante. Les interesa que estemos entretenidos en un perpetuo selfie de nuestro ombligo, no sea que levantemos la cabeza y nos demos cuenta de que son unos inútiles y encima no nos quieren, que nos necesitan por el voto y los impuestos. A ellos el amor sólo les brota cuando están solos delante del espejo.