Carmen Rodríguez emprendió el rumbo a casa alrededor de las seis de la tarde. Justo cuando la Comunidad de Madrid entraba en alerta roja por las grandes nevadas que Filomena repartiría por la región. Decidió dar un rodeo para esquivar una pendiente y condujo hacia la M-113, en dirección a Paracuellos del Jarama. El coche jamás llegó a su destino y ha amanecido este sábado en medio de la carretera, sepultado entre la nieve.
«Iba un poco a ciegas, en los carteles no se veía nada», relata Carmen a ABC, ya en el calor de su hogar tras varias horas atascada en la carretera y en mitad de la noche. «Hacía mucho frío, las ruedas ya no se adherían al asfalto. Una de las veces pasó un quitanieves y me puse detrás, pero no hizo nada, a los cinco segundos estaba otra vez con hielo y nieve», recuerda el momento de impotencia, que compartió con alrededor de 40 vehículos. «Intentamos empujar coches y era imposible. Había gente que quería ir andando, yo estaba congelada. Hacía tanto frío y tanta nieve que era imposible salir», asegura.
Carmen fue una de los miles de conductores acorralados ayer por la borrasca en las carreteras a lo largo y ancho de la región. Muchos han amanecido en el mismo lugar donde el hielo les impidió seguir, y aún aguardan bajo los copos que caen sin cesar. El servicio de Emergencias 112 ha trabajado sin descanso durante toda la noche en el rescate de los vehículos atrapados en puntos como la M-40 —una de las primeras vías en sufrir cortes— y la M-506. Centenares de conductores han aguantado horas y horas en las autopistas madrileñas, también en la M-30, donde varias salidas comenzaron a cortarse la tarde del viernes como un augurio de lo que se avecinaba. A primera hora de esta mañana, un millar de coches habían sido rescatados y todavía requerían auxilio otros 400. (+)