Con la mentalidad de ciudadanos del S. XXI donde la tauromaquia ciertamente pierde adeptos y está cada vez más denostada, puede parecernos que un torero no sea un ejemplo o espejo donde mirarnos, incluso que los más anti taurinos, que cada vez son más numerosos, consideren a los toreros poco menos que salvajes matadores de animales indefensos, nada dignos. Esta es la interpretación de la realidad social que vivimos en torno a la llamada Fiesta Nacional hoy en día.
Sin embargo, hubo un tiempo en que ser torero estaba considerado socialmente como una virtud. El sueño de la mayoría de los jóvenes españoles era convertirse en figura del fútbol o del toreo, ser famoso y ganar mucho dinero. En todas las plazas de los pueblos se jugaba a los toros con muletas y espadas improvisadas. Era común ver a novilleros saltándose las dehesas donde pacían tranquilamente las vacas y toros para darle algunas muletadas o espontáneos en las plazas de toros que intentaban que algún apoderado les viese.
Por desgracia para ellos, la mayoría nunca consiguieron llegar siquiera a torear alguna novillada. Pero un chaval de Paracuellos sí consiguió hacer realidad su sueño, y no sólo llegar a ser torero, sino una figura de renombre mundial: Paquito Muñoz. (+)
Sin embargo, hubo un tiempo en que ser torero estaba considerado socialmente como una virtud. El sueño de la mayoría de los jóvenes españoles era convertirse en figura del fútbol o del toreo, ser famoso y ganar mucho dinero. En todas las plazas de los pueblos se jugaba a los toros con muletas y espadas improvisadas. Era común ver a novilleros saltándose las dehesas donde pacían tranquilamente las vacas y toros para darle algunas muletadas o espontáneos en las plazas de toros que intentaban que algún apoderado les viese.
Por desgracia para ellos, la mayoría nunca consiguieron llegar siquiera a torear alguna novillada. Pero un chaval de Paracuellos sí consiguió hacer realidad su sueño, y no sólo llegar a ser torero, sino una figura de renombre mundial: Paquito Muñoz. (+)