Por un lado, la causa de su mal estado físico-químico la encontramos, fundamentalmente, en la insuficiente depuración de las depuradoras de su territorio. El entorno metropolitano de Madrid, que se acerca ya a los siete millones de habitantes, representa el 82% de la población de la cuenca y la principal área urbana e industrial del país. Dos de sus cuencas (las de los ríos Jarama y Guadarrama) recogen la práctica totalidad de los vertidos de esa gran cantidad de personas y de sus actividades económicas. Y estos desembocan en el Tajo. Los sistemas de depuración madrileños, pese a tratar la práctica totalidad del agua en la región, son incapaces de evitar que los ríos Jarama y Guadarrama transporten diariamente millones de litros de agua cargada de contaminantes y que tienen a los ríos madrileños en un estado perpetuo de deficiente calidad.
Por otro lado, la causa de su falta de dinámica fluvial es consecuencia del trasvase Tajo-Segura. En el año 1981 comenzó a derivar agua desde la cabecera del Tajo el proyecto faraónico del mayor trasvase entre cuencas en nuestro país. El trasvase se fundamentaba en el falaz y repetido hasta la saciedad “hidromito” del desequilibrio hidrológico peninsular: a la cabecera del Tajo “le sobraban” entre 600 y 1.000 hectómetros cúbicos al año que debían contribuir al desarrollo económico del sureste. Años después, se pudo demostrar que no existían tales excedentes, que las aportaciones en cabecera están ya un 50% por debajo de lo estimado, cifra que se verá aumentada entre un entre el 15 y el 25% en los próximos años como consecuencia del cambio climático.
Pero, lo más grave de todo es que estas dos cuestiones ocurren a la vez en el mismo río. Toda esta agua contaminada llega a un río Tajo con unos caudales exiguos. (+)
Por otro lado, la causa de su falta de dinámica fluvial es consecuencia del trasvase Tajo-Segura. En el año 1981 comenzó a derivar agua desde la cabecera del Tajo el proyecto faraónico del mayor trasvase entre cuencas en nuestro país. El trasvase se fundamentaba en el falaz y repetido hasta la saciedad “hidromito” del desequilibrio hidrológico peninsular: a la cabecera del Tajo “le sobraban” entre 600 y 1.000 hectómetros cúbicos al año que debían contribuir al desarrollo económico del sureste. Años después, se pudo demostrar que no existían tales excedentes, que las aportaciones en cabecera están ya un 50% por debajo de lo estimado, cifra que se verá aumentada entre un entre el 15 y el 25% en los próximos años como consecuencia del cambio climático.
Pero, lo más grave de todo es que estas dos cuestiones ocurren a la vez en el mismo río. Toda esta agua contaminada llega a un río Tajo con unos caudales exiguos. (+)