Cada día hay más ejemplos del negativo impacto de la caza en todas las comunidades autónomas: carteles de aviso, vallas, puertas cerradas, bandos municipales, folletos de las administraciones, disparos en zonas de seguridad. Todos instan al paseante o a la ciclista a tener puesto un ojo en el camino y otro en el cazador, cuando la normativa exige que sea al revés. Es quien practica una actividad peligrosa por emplear armas quien tiene la obligación de respetar las zonas públicas y de evitar situaciones de riesgo para el resto de las personas.
Ningún espacio escapa a las limitaciones y amenazas que la actividad cinegética provoca en senderistas, ciclistas o ecoturistas. Incluso en los parques naturales los carteles de “peligro montería” aparecen en rutas señalizadas y se cortan sendas ecológicas que discurren por caminos públicos.
Las comunidades autónomas y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación muestran un claro apoyo a la caza, pero olvidan que el medio natural es objeto de actividades mucho más importantes desde el punto de vista ambiental, social y económico. Publican bandos y folletos avisando a las personas no cazadoras de que eviten ir por el campo, incluso de que se abstengan de transitar por los espacios públicos.
Por el contrario, no obligan a los cazadores a señalizar y respetar las zonas y condiciones de seguridad. Tampoco editan circulares que les recuerden que no pueden disparar en zonas donde pueda haber personas transitando o realizando otras actividades en el monte.
Para hacer frente a los abusos de la caza, Ecologistas en Acción pone a disposición de la sociedad el libro ‘Manual para defender tus derechos en la naturaleza’.(+)