En 2001, con José María Aznar en Moncloa, en España se comenzó a comercializar la píldora del día después (PDD), también conocida como píldora postcoital o píldora anticonceptiva de urgencia (PAU). Con receta pero sin financiación. Dos décadas después, Alejandra Alonso, técnica farmacéutica, tuvo que derivar a una usuaria a otro local para conseguirla: trabajaba en una farmacia objetora de conciencia, en Paracuellos del Jarama (Madrid), donde la titular apelaba a este derecho, que es individual, para no dispensarla.
“En pleno 2021, tuve que decirle a la chica que no la teníamos, que podía irse a una farmacia que había cerca donde sí la vendían. Cuando se fue, la jefa me dijo: ‘Por qué le tienes que decir eso, que se busque la vida’”, cuenta en conversación con Newtral.es.
Alejandra, que trabajaba hasta hace unos meses en esta farmacia, explica que una de las primeras indicaciones que recibió fue la siguiente: “Si vienen a por una píldora del día después, di que no la tenemos”.
Alejandra no tienen problemas éticos o morales respecto a la píldora del día después, pero ha trabajado en farmacias objetoras de conciencia: es decir, donde este ejercicio individual se extendía a todo el establecimiento, a pesar de que este se articula como un derecho individual. (+)
“En pleno 2021, tuve que decirle a la chica que no la teníamos, que podía irse a una farmacia que había cerca donde sí la vendían. Cuando se fue, la jefa me dijo: ‘Por qué le tienes que decir eso, que se busque la vida’”, cuenta en conversación con Newtral.es.
Alejandra, que trabajaba hasta hace unos meses en esta farmacia, explica que una de las primeras indicaciones que recibió fue la siguiente: “Si vienen a por una píldora del día después, di que no la tenemos”.
Alejandra no tienen problemas éticos o morales respecto a la píldora del día después, pero ha trabajado en farmacias objetoras de conciencia: es decir, donde este ejercicio individual se extendía a todo el establecimiento, a pesar de que este se articula como un derecho individual. (+)