En una calle de Madrid de apenas unos pasos hay dos espejos. Es el Callejón del Gato, muy cerca de Sol. En la pared, junto a un bar de bravas, hay dos espejos. Uno convierte al que se mira en un pez globo. Otro le pone patas arriba. Esos cristales llevan ahí más de un siglo. En ellos se fijó Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) y los utilizó para explicar su nueva forma de hacer teatro.
Los espejos devolvían una imagen de «esperpento» y el dramaturgo, en su escritura, intentó hacer lo mismo. Por eso llamó al nuevo género «el esperpento». Luces de bohemia inauguró la serie y, en sus páginas, aparece una imagen deformada, grotesca, ridícula, monstruosa y caricaturesca de la España de principios del siglo XX.
«Los personajes viven un momento trágico, terrible, pero no son capaces de verlo porque carecen de valores morales. La crítica del autor apunta contra todos –unos y otros– precisamente por esa falta de conciencia ética», escribe su nieto, Joaquín del Valle-Inclán, en la Guía de lectura de la edición de Luces de bohemia de Austral. «La obra no es una propuesta de solución para este estado de cosas. Es más bien un grito de protesta y de denuncia contra una sociedad cuyos valores han desaparecido y que ha convertido el mundo en ‘un esperpento’».
Lo estrafalario, como también lo llamó al principio el poeta y novelista gallego, supuso una nueva forma de mirar unos alrededores dolorosos. Implicó pasar la realidad por un filtro amargo que, al final, la acabó convirtiendo en algo cómico y paródico. En la propia obra,
Luces de bohemia, lo explica así:
Max: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
Don Latino: ¡Estás completamente curda!
Max: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
Don Latino: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!
Max: España es una deformación grotesca de la civilización europea.
Don Latino: ¡Pudiera! Yo me inhibo.
Max: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
Don Latino: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
Max: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
Don Latino: ¿Y dónde está el espejo?
Max: En el fondo del vaso.
Don Latino: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
Max: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
Don Latino: Nos mudaremos al callejón del Gato.
Valle-Inclán dibujó en esta obra una España perdida entre lo ridículo y lo trágico. Un siglo después recurrimos al genio por si, como dijo Nietzsche, estamos otra vez inmersos en una época «de gran peligro». Pasamos algunas de las frases que dicen los personajes de Luces de bohemia por Notegraphy y obtenemos este paisaje.
«Los personajes viven un momento trágico, terrible, pero no son capaces de verlo porque carecen de valores morales. La crítica del autor apunta contra todos –unos y otros– precisamente por esa falta de conciencia ética», escribe su nieto, Joaquín del Valle-Inclán, en la Guía de lectura de la edición de Luces de bohemia de Austral. «La obra no es una propuesta de solución para este estado de cosas. Es más bien un grito de protesta y de denuncia contra una sociedad cuyos valores han desaparecido y que ha convertido el mundo en ‘un esperpento’».
Lo estrafalario, como también lo llamó al principio el poeta y novelista gallego, supuso una nueva forma de mirar unos alrededores dolorosos. Implicó pasar la realidad por un filtro amargo que, al final, la acabó convirtiendo en algo cómico y paródico. En la propia obra,
Luces de bohemia, lo explica así:
Max: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
Don Latino: ¡Estás completamente curda!
Max: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
Don Latino: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!
Max: España es una deformación grotesca de la civilización europea.
Don Latino: ¡Pudiera! Yo me inhibo.
Max: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
Don Latino: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
Max: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
Don Latino: ¿Y dónde está el espejo?
Max: En el fondo del vaso.
Don Latino: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
Max: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
Don Latino: Nos mudaremos al callejón del Gato.
Valle-Inclán dibujó en esta obra una España perdida entre lo ridículo y lo trágico. Un siglo después recurrimos al genio por si, como dijo Nietzsche, estamos otra vez inmersos en una época «de gran peligro». Pasamos algunas de las frases que dicen los personajes de Luces de bohemia por Notegraphy y obtenemos este paisaje.