Descartada pues la democracia directa, queda dictaminar si esto es una democracia representativa. En teoría podría pensarse que sí. Hay diputados que supuestamente concurren a las Cortes en representación de los ciudadanos. Pero aunque en las elecciones votamos unas listas, no tenemos ningún control de las mismas, sino que esos diputados los elige el jefe de un partido. Además existe la disciplina de voto, mediante la cual los diputados son en la práctica empleados del jefe de un partido y deben votar lo que este decida. Es decir, que tales diputados no deben lealtad a los ciudadanos que los eligen, sino a los jefes de los partidos que los ponen. Si en algún momento un diputado traiciona esa lealtad, automáticamente se le echa. A eso cabe añadírsele que los ciudadanos carecemos de mecanismo por el cual podamos destituir a un diputado. Luego en realidad no tenemos representantes en España.
Por lo tanto no hay democracia en España, como tampoco la hay en el resto de países de Europa. Y me atrevo a afirmar que a los españoles nos ha tocado la china de tener el peor sistema de gobierno de la Unión Europea. Nuestro sistema es tan inmoral que nuestros gobernantes se ven forzados a polarizar a la sociedad con tonterías para que, estén entretenidos en un continuo enfrentamiento y no pensemos en las injusticias y que ni se nos pase por la cabeza el unirnos contra ellos.
Es una pena que ver a un pueblo unido sea, en el siglo XXI, lo
que más temen los políticos; ya que un pueblo unido es lo único que
puede acabar con sus privilegios y sus componendas. Por eso pido al
lector que si ha entrevisto en mi forma de expresarme algún tinte
político, se olvide de ello y lo vuelva a leer con imparcialidad. Es
inútil perseguir ideales políticos en un sistema desaforado donde la
corrupción es perenne, y en el que nuestros derechos y libertades no
pueden sino mermar y degenerar. (+)